viernes, 29 de febrero de 2008

Nuestros padres nos engañaban

Les quiero contar un secreto: El perro Lenteja… no existe. Es un tipo que interpreta el papel del perro.
Y es que de pequeños vivíamos engañados. Y nuestros padres eran los principales responsables. No dudaban en recurrir a cualquier mentira con tal de conseguir sus objetivos.
Por ejemplo, a la hora de la comida. Si tu no querías comer, te intentaban hacer creer que la cuchara con el puré de acelgas era…un avión. ¡Que comparación más acertada! De hecho creían que lo único que le faltaba para ser creible era el sonido del motor. Y ahí empezaban BRRRRRRRRRRRRRR.
Claro. Es que pensaban: “Si el niño no quiere comer un poco de puré… Seguro que se come un avión”. Además te hacían responsable de la buena alimentación de toda tu familia: “Esta por papá. Esta por la tía. Esta por el abuelo…” O sea, tenías que comer tú por todos.
A veces sus mentiras conseguían lo contrario a lo que se proponían. Por ejemplo, para conseguir que nos durmiéramos se inventaron las canciones de cuna. La melodía andaba bien, pero fallaban en la letra. Como la que decía: “Duérmete niño. Duérmete ya. Que viene el Cuco y te comerá…” Y tú:”¿Cómo? ¿Qué va a venir quién? O sea que después de esta información ¿Tu quieres que yo me duerma?” Claro te pasabas toda la noche con los ojos como plato, las frazadas hasta las narices y tratando de ver en la oscuridad.

Cuando nos llevaban al médico también recurrían al engaño. Y te decían cosas como: “No seas tonto, si no te va a doler…” Además te decía “Si te portas bien el Doctor te va a regalar un caramelo” “¿Un caramelo? ¡Haberlo dicho antes! ¡Rápido! ¿qué espera? ¡Hágame una vivisección sin anestesia!
Cuando terminaba la consulta, el médico te decía: "Toma Campeón. Esto para ti”. Y lo que te daba era el palito que te metió en la lengua para examinarte. Y encima tu madre: “¿Cómo se dice?” “¡Desgraciado! ¿Qué has hecho con el resto del helado?”. ¿Qué esperaban que dijésemos? “Muchas gracias. Lo que me voy a entretener con este palito” “Que increible tu médico. Un palito. Te lo cambio por mi ps2.”

Otra técnica que empleaban los mayores para engañarnos era la de asociar algo que no nos gustaba con algo que nos gustaba mucho. Con esta idea se inventaron los juegos educativos. Y es que ¡la manía con que aprendiéramos jugando! Que si la pelota de playa mapamundi. Que si los lápices con la tabla de multiplicar. Que si las manzanas para restar…
Nuestros padres tomaban nota de esa idea de asociar algo bueno con algo malo y te sorprendían diciendo cosas como: “Vamos a jugar a ordenar tu cuarto” , “¿Vamos a jugar a ordenar tu cuarto…?” Es como si tu le dices a tu pareja: “¡Vamos a hacer el amor planchándome los pantalones”
Y como conclusión, la frase con la que los padres ponían fin a todas nuestras preguntas. “Papá ¿Por qué las mujeres son tan raras?” “Cuando seas mayor lo entenderás”… Pues también en eso nos mintieron.

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