miércoles, 5 de marzo de 2008

El ente humano es estúpido

Así es amigos, el hombre y por qué no también la mujer, son estúpidos por naturaleza. Y lo demuestran los datos, por ejemplo, según la última estadística publicada de moral, aprensiones y otros problemas socioculturales de la revista “Times”, el miedo número uno de la humanidad, es el de hablar en público. ¡Me parece increíble que la muerte ocupe el segundo lugar! Y digo increíble, porque esto me lleva a la siguiente reflexión: En un entierro, el hombre promedio prefiere estar dentro del ataud, que citando unas palabras a los parientes… que si los deseos se cumpliesen con tan solo pensarlos, más que a un entierro, asistiríamos a un suicidio colectivo.
Para mí más aterrador es tirarse en paracaídas, desde un avión que está a 2000 metros de altura y a una velocidad de más de 300 Kilómetros por hora. En serio es aterrador, y cuando estás cayendo, te surje la vil pregunta: ¿cuál es la función del casco…? Porque a ver, uno se lo pone como medio de protección ¿no? O sea que si tu paracaidas no se abre en una caida a 2000 metros de altura y a una velocidad de 9,8 m/s² tú te dices: "naaa, si no me va a pasar nada porque llevo mi casco puesto". Si es que hay muchas maneras de demostrar que a lo largo de la historia el hombre ha sido “poco listo”, pero lo del casco es la mejor. Me lo imagino. El hombre, como ser racional que es, resolviendo el problema… ¿Qué solución podríamos dar a todas esas actividades en las que el cráneo sufre de múltiples dolencias, fisuras y desgarros…?. Y el hombre mostró su racionalidad. En lugar de evitar esas situaciones, tiene que inventar unos sombreritos de plástico y colorines, para seguir rompiéndonos la cabeza. Pero no satisfechos con el invento, tenemos que aplicar una ley que obligue a usar el casco. O sea: ¡es obligatorio proteger un cerebro que funciona tan mal que ni siquiera intenta evitar que el cráneo en el que reside se rompa!
Pero amigos, esto no acaba aquí. No creas que el hombre es imbécil, solo en su aspecto colectivo no, el hombre va más allá, también es imbécil en su aspecto más individual. Todos nos creemos más inteligentes que los delincuentes. Ya sabes, cada vez que estamos en la playa y pensamos: “me voy a meter en el mar, entonces escondo la billetera en las zapatillas para que no me la roben…” ...como si fueramos los únicos en pensar eso, tarea fácil, se llevan las zapatillas y la billetera. Ahora, en cuestión de orgullo, dentro de la humanidad hay una categoría especial. Adulto, comprendido entre 25 y 40 años con trauma psico-infantil por hincharse a ver de pequeño películas de Superman. ¿Acaso nunca han visto a un tipo llevando un colchón en el techo del auto? Va por la autopista a 120 kilómetros por hora con esa cosa monstruosa en el techo y tiene la mano fuera de la ventanilla, sosteniendo el colchón. No importa lo que lleven ahí arriba, siempre “está ayudando” con el brazo. Esa es una muestra clara del pensamiento “superhéroe masculino”: el infradotado está convencido de que, si el viento intenta llevarse ese inmenso objeto rectangular a 120 kilómetros por hora, él puede estar tranquilo porque “lo tiene afirmado”.

martes, 4 de marzo de 2008

Las Mujeres, el baño y nosotros

¿Han observado la cantidad de tonterías que se han inventado últimamente con el cuento de la higiene? Ahora ya no basta con lavarse con agüita y jabón. Ahora hay que ponerse desodorante, body milk, sales de baño, ¡limpiarse las orejas con cotonitos! Hasta ponerse una tirita en la nariz para arrancarse los puntos negros… digo yo: ¿eso no es racismo? ...Y es que no hay límites. El otro día fuí a comprarme un cepillo de dientes y me dicen:
- ¿Cómo lo quiere, eléctrico, con las cerdas redondeadas, con el mango flexible?
¡COiga si yo sólo quiero un cepillo! ¿Y el hilo dental? Otra tontería. Desde siempre es sabido que cuando tenías algo entre los dientes te lo limpiabas con el carnet de identidad…. o con la tapa del lapz Bic. Y no atermina ahí la cosa, ahora, después de lavarte los dientes ya no basta enjuagarte con agua, ahora te tienes que enjuagar con ese líquido verde. Porque con tanta cosa es muy fácil equivocarse. Piensen en los desodorantes: hay desodorantes para la boca, desodorante para las axilas, desodorantes para los pies y hasta desodorante de bolita.

Y es que la higiene es como la droga, te metes, te metes y cada vez necesitas más. Ya no basta con quitarse la mierda que se ve, ahora hay que meterse dentro de la piel y atacar a las bacterias. Antes le preguntabas a una señora qué era una bacteria y ella creía que “la bacteria” era el sobrenombre de una vecina. Ahora cualquier madre sabe que tiene que limpiar a su niño por dentro hasta dejarle los intestinos tan limpios de bacterias como el inodoro. Porque resulta que tenemos hasta flora en los intestinos. Que hasta ahí hemos llegado. ¿Flora, yo? ¡Con lo que yo como! Yo, si acaso, tendré fauna.
Lo que digo es que ya no basta con estar limpios, hay que estar higiénicamente limpios. ¿Y quien tiene la culpa de esto? ¡Pues las mujeres! ¡La higiene ha sido siempre una cosa femenina! ¿Que no? La prueba es que existe el “baño María”. Pero ¿alguien ha oído hablar del “baño Mario”? Porque la mujer domina el cuarto de baño, allí está en su territorio: no hay más que ver cómo se hace el turbante ese con la toalla cuando sale de la ducha. Me pregunto dónde aprenderán a hacerse ese gorro tan perfecto. Yo lo he intentado y parezco al Ayatola Jomeini. Y luego se envuelven el cuerpo en otra toalla. Que esa es otra…. ¿Cómo mierda se sujetan la toalla para que no se les baje ni un milímetro?
No nos engañemos, nosotros nos encontramos incómodos en el cuarto de baño. Porque el hombre si se moja, se encoge. Se encoge todo. Las mujeres están tan a gusto en el cuarto de baño que cuando terminan de ducharse, en realidad sólo acaban de empezar. Me explico.
El otro día me estuve fijando y mi mujer tiene un montón de potes. Y se los pone todos: la mascarilla del pelo, el acondicionador, la crema reafirmante, la anticelulítica, la hidratante, la leche corporal, el milo…..Todo lo que pilla. Y cuando crees que ya ha terminado, vas al baño y le dices:

-Pero , ¿todavía ahí?
Y te suelta:
-Si, ahora me estoy quitando la piel muerta.¡La piel muerta! ¡Las mujeres tienen pieles muertas! Y ésa no es la piel más rara de las mujeres, también tienen piel de naranja. Por eso las mujeres se lavan a la piedra, como los vaqueros. A la piedra pómez. Que alguno pensará: ¿Quién será el tal Pómez?. Pues muy fácil, ¡el único hombre que se pasa a todas las mujeres por la piedra! ¿Que no?
Las mujeres se lavan tan a fondo que hasta se compran unas bolsas enormes de algodones de colores en bolitas. ¿Para qué? ¡Para hacerse la prueba del algodón! Y luego hay que depilarse… Esto a mí ya me da miedo.
Entre unas cosas y otras resulta más barato invitarlas a cenar que se laven. Eso sí, cuando salen están perfectas, felices, guapísimas y te dicen:

- ¡Esta listo el baño! Y aquí empieza el ritual higiénico masculino: de entrada nos miramos en el espejo y hacemos posturitas, escondemos la barriga, nos miramos la pilila…. ¿Es higiénico? No, pero nos gusta. Y siempre se les queda algo en el baño, ahí estas tú mirando toda tu humanidad, entra y te dice:
- Perdoname, se me quedó la crema.
Entonces nos metemos en la ducha y mientras nos estamos enjabonando… meamos ¿Es higiénico? No, pero nos gusta. Además esto tiene su explicación, los hombres meamos para marcar territorio, como los perros, y para demostrar que aunque nos duchemos, no nos estamos afeminando.
Cuando salimos de la ducha nos miramos en el espejo el pilin, para ver cómo se ha encogido, y piensas en realidad se ve muy pequeño. Así es que te lo tocas un poquito hasta que se recupera, y de nuevo entra ella y tu con tu humanidad en la mano y para disimular le haces “el elefante” y ella te contesta:

- ¿Pero tú estás tonto o qué? ¿Te quieres dar prisa?

Y para hacerle caso agarras la ropa del día anterior, te la pones y sales corriendo del baño. ¿Es higiénico? No, pero no nos gusta.....

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